Acaponeta, Nayarit; Enero 22 de 2018 (Héctor Aguayo):- Este año, será un año donde se habrá
de realizar el cambio de poderes para presidente de la república mexicana,
diputados federales, senadores junto con sus respectivas plurinominales.
2018 representa para muchos una gran esperanza de poder seguir formando
parte de la cúpula política sin importar en esencia la situación económica que están
viviendo hoy en día millones de mexicanos.
Si en 2017 los partidos tenían perdida su presencia, este año se
confirma que están mucho muy hundidos dado a la actuación que han desempeñado
todas esas personas en quienes se confió que harían un papel digno, decoroso
que le diera un plus de credibilidad.
Pero no, no hubo nada de eso, primero estuvieron sus dientes que sus
parientes y del compadre, de la comadre, del amigo allegado tuvieron que subirse
al barco de la espera a que llegase el último año de trabajo para mostrar algo
de esa inopia bondad que existe en algún lugar muy lejano de su paria humanidad.
Como si nada hubiera pasado, como si todo tuviese que ser aplaudible vuelven
a los suyos con un cinismo en total esplendor buscando el rostro de aquellos a
los que han vapuleado y hundido por sus intereses personales.
Hoy buscan que se les apoye para seguir teniendo cargos públicos,
quieren ser presidentes de la República Mexicana, Diputados Federales y
Senadores ¿no les ha bastado por dejar a millones de mexicanos hundidos con
tantos impuestos, leyes sonsas y mayor beneficio a quienes se dedican al
vandalismo?
2018 es el momento, tiempo para que toda persona que aún tenga algo conciencia
humana y piense hacia dónde se dirige esta hermosa y preciosa República
Mexicana lo haga serenamente, no escuchando las voces de los eternos
lambiscones, quedadores de bien, el compadre que busca verse favorecido.
Es momento de pensar, de no dejarse embaucar por los dimes y diretes que
vemos todos los días en la televisión, en esos mensajes que arriban al Facebook,
al Whatsapp, Instagram y demás medios de redes sociales.
De no ser así, no espere nada bueno, de lo cual ni lamentarse será
bueno, porque no solo habrá de pasar lo que no queremos aceptar.
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