Bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
(Juan 20:29)
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
La convicción de lo que no se ve
(Hebreos 11:1)
Bernardo se preguntaba por el sentido de la vida. Un poco molesto, su amigo Félix trataba de cambiar de tema.
Pero Bernardo insistía, diciendo: - Evidentemente, es más fácil cerrar los ojos.
- No sirve reflexionar en lo que no se ve, respondió Félix.
Entonces Bernardo evocó el más allá. Su amigo replicó:
- ¿Cómo sabes que se resucita después de la muerte?
- Tiene que ser así, de otra manera la vida sería cualquier cosa, agregó Bernardo.
- ¡Sí!... tu explicación es súper científica, dijo Félix.
Éste diálogo, sacado de una historieta de una revista, llama la atención por su conclusión. Dejar creer, que una explicación, sea correcta, debe ser científica, es erróneo y muchos lo saben, una gran cantidad de medios informáticos difunden esa idea de que sólo la ciencia es digna de confianza.
Sin embargo, a menudo da una visión parcial de la realidad; puede, pues, ser engañosa. Al limitarse a lo que comúnmente, el hombre percibe directamente. La ciencia excluye a Dios de sus razonamientos e ignora el mundo espiritual. No puede responder a las preguntas acerca de la existencia.
La fe no se detiene en lo visible, sino que se eleva hacia aquel que es la fuente de todo. Escucha a Dios y cree en su Palabra, la cual nos da a conocer tantas cosas que no se ven. Respetemos las explicaciones científicas, pero primero confiemos en Dios nuestro Creador y en Jesús su hijo quien es nuestro Salvador.
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