Acaponeta,
Nayarit; Octubre 02 de 2012 (Pastor Pedro Rosales):-- A veces sucede que por
simpatía, por conveniencia o porque estamos directamente involucrados, vamos al
cementerio para acompañar a un difunto a su última morada terrenal.
No
sé, si esto les ha sucedido como a mí que nos encontramos con viejos conocidos,
amigos, compañeros, vecinos y tras un breve saludo nos separamos, pensando
quizás: “¿La próxima vez me tocará a mi?”.
Nuestra
vida se presenta en cuestión de segundo como una cuenta regresiva. El proceso
de envejecimiento y muerte en realidad empieza desde nuestro nacimiento, con
dos grandes incógnitas mayores: el momento de la partida y el destino final.
¿Qué
hay después de la muerte? ¡Esa es una gran pregunta!, Las Sagradas escrituras
responde mediante una palabra: “el juicio” (Hebreros 9:27). Por lo tanto, no
todo se acaba cuando se sella una lápida. Si el cuerpo que es polvo vuelve a la
tierra, el espíritu vuelve ‘a Dios que lo dio’ (Eclesiastés 12:7).
Al
igual que los demás, tanto creyente como no, nadie sabe cuándo se acabará su
vida en esta tierra, muchas personas piensan que todo termina aquí y que habrá
de volver de nueva cuenta, reencarnando en x cosa, otros que sencillamente no
hay nada después de que uno fallece, no se crea ese tipo de fábula amable
lector, porque escrito está que toda persona que deje este mundo habrá de ser
juzgada.
Esto
también incluye a los creyentes los cuales no tiene ningún tipo de temor a
dejar esta vida porque están preparados para ello, sabiendo dentro de sus
corazones que para ellos que su vida se encuentra en las manos de Jesús el Hijo
de Dios.
Si
usted no está seguro hacia donde se dirige después de esta vida, puede hacerlo acercándose
a los pies de Cristo aceptando simplemente la salvación que Jesús ofrece
gratuitamente por amor a todas las personas que se acercan a Él.
Él
es, la única persona que puede interceder ante el Padre por usted porque ya
pago un precio muy alto por su alma muriendo en la cruz del calvario
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