Acaponeta, Nayarit;
Octubre 19 de 2012 (Héctor
Aguayo):-- En Nayarit, los que son realmente comunicadores son
totalmente conocidos, sus nombres se barajan en todos los municipios porque el
trabajo que realizan son de los más comentados por su autenticidad, veracidad
de los hechos.
Los
que son periodistas en temporadas de elección, son bien recibidos por todos los
amantes de la política porque sencillamente se divierten, se mofan o bien se
molestan porque han acertado en alguna parte de su talón de Aquiles de ahí no
pasa nada porque saben que todo esto forma parte del folclor.
Pero….
¿Qué sucede cuando todo eso pasa? Viene la segunda parte más entretenida del
quehacer periodístico, como lo son las promesas de campaña si se realizan o no,
si realmente están presentes y no ausentes de sus respectivas oficinas, si
trabajan o están disfrutando únicamente el sabor del puesto que tienen para
hacer de las suyas.
De
todo ello, el reportero tiene que dar cuenta a toda una ciudadanía que confió
en ellos para que fuesen sus representantes, pues bien, la realidad es que
muchos de esos políticos no llegan ni a un simple remedo de ello, son tan
decepcionantes que hasta se olvidan, que sus votantes saben sus orígenes.
Jesús
Cervantes con la experiencia que posee dentro de este quehacer hablo lo que
tenía que haber hecho, sin embargo, un grupo de poder político se molestó y tan
sencillo como encender un cigarro, de esa manera encendieron su carro.
Uno
se pregunta ¿Qué clase de persona es capaz de hacer eso?, ¿Qué tipos de
funcionarios son para llegar a intimidar a un ciudadano que solo cometió el
atrevimiento de señalar la clase de baquetones que son?
No
cabe duda que, las delicias del poder los pone como Thalía, los embriaga, los emborracha, los seduce, los enloquece y los
hace actuar no como seres humanos que debieran ser, sino como unas bestias.
Aquí
en Acaponeta los ataques no llegan al extremo vivido por Cervantes, sin embargo también tiene lo suyo y eso sabe a box, como
malos jugadores, utilizan los golpes bajos a más no poder hasta dejar en el
piso, de ser posible totalmente muerto al reportero todo para que no informe lo
que realmente no funciona.
Esos
pseudos políticos utilizan una apariencia de bondad, de gentileza, de una
ternura tele novelesca, de grandes hazañas jamás vividas, de ser intercesores
por el necesitado, pero jamás enseñan la daga que esta lista para ser empuñada
y obstruir la verdad que puede mejorar las condiciones de vida de una ciudad.
No
cabe duda que la verdad no peca, pero sí incomoda, molesta, carcome, duele,
porque los intereses personales son conocidos antes que la prensa, por la misma
sociedad que los encumbró donde no debieron jamás estar, pero ahí están,
pensando que nadie en esta vida se da cuenta de nada, que ni siquiera Dios los
habrá de llamar a cuentas de lo que hoy hacen, olvidando que todo aquello que
hacen en lo secreto, sale a la luz pública, les guste o no y nosotros los
reporteros, debemos publicarlo.
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